Toda una vida enterrada en el patio trasero

Me pregunto como hizo para meter todo su pasado y nuestras cosas vividas en una caja. También me pregunto cuántas lágrimas se le cayeron mientras enterraba esos recuerdos en el patio trasero. A veces pienso cuantas veces necesitó una charla conmigo. Y lo pienso porque he estado pensando mucho en mi, pero realmente ahora me gustaría saber como se encuentra esa persona. Me gustaría saber si me extraña, si me necesita, o si logró superarme como si tantos años hubiesen sido la nada misma.

Y cada vez que nos cruzamos por los pasillos me saluda como si fuese un rostro viejo. Una cara conocida. Como si fuese algo que ya no le sirve. Y cada vez que nos miramos, logro ver todas las cosas que pasamos y todo lo que superamos a la par, pero esa persona no lo ve. Creo que, más allá del tipo de amistad que tuviste con una persona... más desgarrador que un insulto, un empujón o el rencor eterno, es la capacidad que esa persona tiene para transformarte en algo diminuto. Peor, es la capacidad que ambas tienen para cruzarse en un pasillo, y mirarse a la cara como si fueran completas desconocidas. Repletas de hipocresía. Repletas de orgullo. Repletas de miedo a la consecuencia de decirse la una a la otra que se necesitan. Ambas, repletas de cosas horribles.

Yo soy una de ellas.

Y como dije en la entrada anterior, es difícil bailar con el diablo en tu espalda, así que sacatelo. ¿Qué quiere decir eso? que es difícil vivir con una mochila en tu espalda. Es difícil caminar con una piedra en el zapato. Así que dejate de joder, y anda y decile que la extrañas, ¿sabes por qué? básicamente, porque la vida no dura para siempre.

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