Goodbye

(Adiós) 


Semanas antes de terminar el secundario, una amiga me dijo que no me de manija. Me lo dijo porque yo no dejaba de contar los días que faltaban para que eso suceda y no dejaba de pensar en lo horrible que era y lo mucho que iba a extrañar a mis amigos. En ese entonces terminaba todas las noches llorando pensando en cosas como que no iba a ver más a mis amigos, no iba a ver más al chico que me gustaba, o la necesidad constante de que la fiesta de egresados y la cena de egresados sean eternas. Y en este blog nunca escribí sobre el fin, sobre que realmente termino. Desde que se acabo todo no escribí nada sobre eso. No hablé, básicamente porque me tomé tan en serio lo de no darme manija que no siento nada. No siento algo al respecto. Se termino el colegio, bueno, ok. A seguir con la vida. Pero una parte mía, muy en el fondo, si siente algo. Y si este post en algún momento comienza a disparar hacia otro lado, es porque mientras lo escriba voy a poner toda mi voluntad en tratar de saber qué es lo que siente esa pequeña parte.

Además de tratar de entender lo que siento, también quiero comentar al pasar que este post puede ir hacia cualquier lugar porque tardo días en escribir las cosas importantes. Tardé más de diez días si no me equivoco en escribir Bangarang. Me acuerdo que todos los días me sentaba, abría el borrador y agregaba lo que sea. Y habían días en los que el borrador quedaba ahí y nadie escribía nada. Por eso, creo que algo tan importante como el fin del secundario no se escribe en un abrir y cerrar de ojos. Quiero saber qué siento al respecto.

Ok. Una parte de mi siente algo, bien. Creo que para saber lo que siento tendría que desarrollar esto de como fueron los últimos días o como fue el secundario en general. Debería comentar al pasar que las personas que me acompañaron toda mi vida ya no van a estar ahí siempre porque cada uno seguirá su camino. Debería comentar que más o menos me quiero encadenar al colegio porque toda mi vida fue mi segunda casa y lo conozco tanto que asusta la idea de que hoy ese lugar ya no es mio. Pero bien. Se terminó. 

Cuando entré a primer año fue cuando comencé a familiarizarme con todo lo que tenía que ver con el sistema del secundario. Me acuerdo de muchas cosas. Me acuerdo que conocí a quienes hoy son dos de mis amigas más cercanas: Oriana y Sofía. Conocí a Sabri, que como siempre le dije en todo testamento dirigido hacia ella, parece exagerado pero es verdad cuando digo que tenía terror a subirme sola al micro hasta que empecé a viajar con ella. Ellas tres formaron gran parte de todo lo que vendría después. Ese año fue un año difícil para mi en lo personal. Mi familia sufrió pérdidas muy importantes, lo que marcó una etapa fundamental de lo que sería el resto de mi vida. Fue horrible, pero me ayudó a crecer. Fue lo primero que tuve que realmente enfrentar pero tuve amigos gloriosos que me ayudaron a superarlo. 

Cuando comenzamos segundo año... Ni me acuerdo de segundo año. Supongo que fue lindo, fue como uno más. Nada trascendental pero si muchos momentos para el recuerdo. En serio... no me acuerdo de segundo.

Tercero... tercero fue tercero. Fue aquel ultimo año con el mismo curso que me acompañaba desde el jardín como desde el primario. Conocí a quien para mi fue el mejor amigo que tuve. Formé amistades preciosas, únicas. Todos los días eran alegres. Estaba enamorada, sentía cosas... Fue el primer año en el que yo puedo decir que crecí, que maduré. Pasaron tantas cosas y todas ellas me marcaron tanto que tercero para mi... es inolvidable.

Cuarto año fue un año de cambios. Cambio de curso, de ritmo, de amigos, de todo.
Absolutamente todo.

Quinto... Hablé millones de veces de quinto en este blog. Hablé de la cantidad de veces que quise cortar todo, dejar el colegio. Estaba cansada, agotada. Me sentía como si me hubiesen sacudido muchas veces y me hubiesen tirado ahí. Esa era la descripción exacta. Estaba exhausta. Toque fondo. Hablé con mi mamá y existieron unos 4 minutos en los que yo ya había dejado el colegio. Pero me arrepentí, y traté de levantarme. Quinto fue difícil, fue lo más difícil de todo. Fue difícil empezarlo, fue difícil pasarlo, y fue difícil terminarlo. No importa si sos una chica diez o si todos los años te llevas materias, hay cosas... que sin importar quien seas... te tocan, te ensucian y te dañan tanto que duele. Y mucho.

Y bueno, sexto fue todo. Fue pura fiesta, fue todo festejo. Creo que no hicimos nada en el colegio, fue todo saltar y cantar a los gritos, y dar la vuelta 3 o 4 veces y ser amigo de todos. Sexto se trató de eso. Éramos una promo, éramos un conjunto y para donde sea que vaya uno iban todos. Estuvo el festejo del último primer día, el viaje a Bariloche, la presentación de buzos, el último día... fue el año más especial de mi vida. Fue el año más feliz de todos. Conocí a gente que antes desconocía, que antes juzgaba (y me juzgaba). Volví a sentir cosas, volví a sentirme contenta. Sexto fue sexto. Inexplicable.

Cada año dejó una marca en mi. El Jueves nos entregaron los diplomas. El jueves... fue lo último. Y una de las secretarias me saludó y me dijo que ese colegio era mi casa y que dejaba huellas en quien sea que lo pise. Me dijo que ojalá que el rumbo que tome sea el que me haga feliz. Y me acuerdo de mi subiendo al escenario para recibir el diploma mientras ella me gritaba "¡Vamos Agus!". Y hoy me doy vuelta y veo un papel que dice que terminé. Un papel. Algo tan simple... como un papel. Pero dentro mio... no hay un papel que certifica el fin. Mi mente no se acostumbra a lo que dice ese papel, mi vida tampoco. No terminé. Esto no está terminado.

Todas las personas que te cruzabas o todos los discursos que se leyeron ese día decían lo mismo: Ojala que el rumbo que tomes sea el que te haga más feliz. Dios, que palabras. (Y mientras escribo esto se me está por caer una lágrima porque estoy escuchando Forever Young cantada por Glee, y quienes amamos Glee sabemos lo que eso significa.) Tremenda frase. Todas las conclusiones que saco de aquel día llegan a lo mismo. Estamos todos parados en la línea de partida. Se viene la vida encima. Y ¿Que querés ser cuando seas grande? Por favor, ya sos grande. Eso es lo que pasa. Nos convertimos en grandes. En adultos. Se cerro la etapa más importante de nuestras vidas. Se terminó algo. Y mientras estás en segundo, en tercero... no hablas del final porque el secundario por momentos resulta tan agotador que crees que es eterno. Y no lo es. Porque llegas a sexto y no es hasta el último día que no te das cuenta que todo en la vida tiene un final. Creo que en una vida normal, el final del secundario es lo más trascendental que nos sucede a nivel físico, psicológico, etcétera. Terminarlo... es terminar con tantas cosas que no me dan las manos para contarlo.

Me egresé. Y subí una foto a instagram en la que de pie puse: "Hace un año y un poco más me imaginaba terminando en cualquier lugar menos con el diploma en la mano. Me siento feliz." Y hoy me pongo a pensar en lo real que es eso. Lo que dije. Porque muy pocas veces sale a la luz ante la gente normal mi verdadera opinión de todo. Lo que realmente siento. Porque yo realmente hace más de un año me imaginaba dejando el colegio, o con el secundario incompleto, o donde sea... menos en donde hoy estoy parada. Y no me gusta eso de creerme una luchadora porque siempre luché conmigo misma como todos. Pero realmente hoy estoy orgullosa de lo que logré. Me caí tantas veces que no me imaginé volver a estar de pie para llegar hasta acá. Y el Jueves fue uno de los días más hermosos de mi vida. Uno de esos que no voy a olvidar nunca.

Todo el mundo... todas las personas... todos te dicen lo mismo: te miran a los ojos y con los mismos empañados te ruegan que seas feliz. Me lo dijo una secretaria del colegio, y no dejo de pensar en si su sueño era ser secretaria de un colegio. Los adultos te miran como si hubieses logrado lo más importante de tu vida, y yo creo que para tener 17 o 18 años, terminar el secundario es uno de los mayores logros que uno puede consagrar a su edad. Es un logro. Y se siente orgullo por uno mismo. Y estoy por llorar otra vez.

Porque el secundario va acompañado de muchas cosas, y una de ellas son tus amigos. A lo largo del secundario he conocido personas increíbles. Me he enamorado de un chico como nunca lo hice y he sentido miles de cosas a la vez. Eso es lo que realmente se termina. Porque el año que viene nos sumergiremos en un mundo desconocido. Y esta vez no vamos a poder llorar en la puerta como lo hacíamos en el jardín. Ahora sos grande, ahora te la tenes que bancar. Y la verdad que me cago en ser grande. Porque no quiero. Porque creo que eso es lo que siente esa pequeña parte de mi: orgullo... y miedo.

El ser humano teme a lo desconocido. El año que viene nos vamos a meter en lo que la vida realmente es. El año que viene arranca la vida. Arranca todo de nuevo. Arranca una nueva etapa. Y por momentos vamos a sentirnos felices pero por otro lado vamos a querer volver con tantas ganas al secundario que no nos va a dar el cuerpo. Y yo me acuerdo que una noche escribí algo que hoy en día sigue siendo un borrador, y fue un post estrictamente dedicado a mis amigas. Esa noche no me daba el cuerpo para pensar en que no iba a verlas más. Y hoy que también tengo nuevos amigos, no quiero que todo se termine. Ese es el problema con el papel: te dice que vos terminaste, pero vos no queres terminar, pero terminaste, y no podes volver atrás.

No quiero separarme de mis amigos. Quiero tenerlos al lado por un largo tiempo. Quiero reírme con ellos, sentir cosas nuevas. Quiero conocer a alguien que me haga feliz. Quiero vivir. Y como dice una cierta canción "Vivir solo cuesta vida". Entonces tendremos que vivir, no nos queda otra. Pero el miedo está.

Es como si te dejaran a punto de saltar desde la cima más alta sola: necesitas a tus amigos, necesitas a tu familia... pero por sobre todas las cosas... necesitas saltar con ellos.



Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿por qué siempre escuchas las cosas malas y nunca escuchas las cosas buenas?

manual de instrucciones para rendir un final

la paz nunca fue una opción