Era un sueño

Es difícil escribir esto. Difícil como intentar superarlo, intentar dejarlo atrás. Porque estábamos en aquella pista que era de madera (o barro tal vez), y el era solo un amigo casi hasta el punto de sernos indiferentes el uno con el otro. E hizo algo, y yo le pregunté por qué lo hacía, entonces él dijo: "Lo hago porque te quiero y a las personas que quiero las cuido". Me acuerdo del sol partiendo la tierra y de sentir algo muy diminuto. Me acuerdo de que habíamos terminado de recorrer aquella pista y nos tocaba la próxima que si era de barro. Entonces le pedí que venga detrás mio. Me pregunto por qué, y mis labios calmos soltaron un "porque sí". Entonces se colocó detrás y recorrimos aquella pista juntos. Tropezamos, descarrilamos y reímos juntos. Y si mal no recuerdo me ayudó en aquellos lugares que no podía pasar o aquellos que tenía que trepar pero no podía. Sentía una especie de compañerismo. Existía entre los dos una confianza suprema que se había desarrollado en tan pocos segundos, sin embargo era lo suficiente profunda para estar ahí y hacerse notar. Entonces sentí eso. Esa cosa rara. Dejé a mi cuerpo y a mi alma heridos sentir aquella chispa que hacía tanto no sentía. Dejé a mi mente y a mis sueños desarrollar pensamientos locos sobre él. Dejé a mi ser volver a ser.

Entonces por algún motivo extraño volvimos de aquella excursión en una ¿limusina? Y todos estábamos vestidos de gala. Eran mis compañeros. Era Bariloche. Y mientras en aquel lugar soñado esperaba a que él bajase de esa limusina la noche se avecinaba en aquella fría ciudad. Entonces tomaba la decisión de resignarme a esperarlo porque el no venía nunca, y partí hacia los interiores del hotel. Mientras daba la vuelta recuerdo a Ela cruzándose a mi lado diciéndome que él ya había bajado. Como si supera que yo lo estaba esperando. En fin... Todo era raro. 

Y entramos al hotel y ya no estábamos vestidas de gala, teníamos ropa normal. Y por aquellos pasillos rombo que formaban al hotel yo me dirigía detrás de Sofía a las habitaciones. Y recuerdo que existió un determinado momento en que ya estábamos dentro de ellas. Y mientras estaba tirada en la cama del medio veía como la habitación estaba llena de gente. ¿Mis amigos? No lo sé. Pero yo estaba recostada esperando a que él llegue. 

Con el cansancio invadiendo mi cuerpo y mi cara de una forma habitual, decidí recostarme en mi propia cama, sosteniendo la esperanza de que él aparezca de una vez por todas. Entonces cuando di la vuelta hacia mi sector, el cual estaba en frente de la puerta, de reojo lo vi entrar a aquel chico que dormía en la misma habitación con el. Y yo estaba de espaldas, pero lo más impactante fue el golpecito que sentí en ella que me generó una invasión de cosquillas en mi cuerpo. Sabía que era él. Y lo mire, le di la mano, le di lugar en mi cama para que se sentara y cuando lo hizo me recosté en sus brazos. ¿Por qué lo hice si ni siquiera éramos algo? Quizá porque ese sentimiento era mutuo. Quizá porque nos queríamos más de lo que los dos teníamos idea. 

Eran mis compañeros.
Era Bariloche...

... Era un sueño

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

¿Qué hora sería? No importaba, quería seguir durmiendo. Quería volver a sus brazos porque me sentía en paz. Quería volar como lo estaba haciendo. Quería dejarme ser. Pero no pude. Busqué y busqué en mis amigos a ver cual de ellos podía ser aquel chico del sueño, pero la idea no funcionó. 

Recuerdo la vaga imagen que viene hacía mi mente. Recuerdo ese momento, en el cual me senté frente al escritorio, prendí la computadora y me sentí bien. Pero también fue ese minuto en el que me di cuenta de que no era real. Entonces, me sostuve, me hice la firme. Pero ni bien cayó la primer lágrima comenzaron las otras a descender por mi rostro. Rompí en llanto mientras entendía todo. Entendía por qué sentía esa angustia, ese dolor. Porque anhelaba sentir ese amor, ese amor tan profundo. Porque los sueños son tan intensos que me enamoré de un chico en un sueño. Y me desperté feliz. Pero esos brazos no eran reales, y los necesitaba. Necesitaba esos dedos en el medio de mi espalda... ese golpecito... esa confianza e intuición que lograban que yo sepa que era él, que no podía ser otro. Esa cosa de reconocer sus manos, su cara, su amabilidad. Extrañaba eso. Lo necesitaba. 

Y realmente lo quería. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿por qué siempre escuchas las cosas malas y nunca escuchas las cosas buenas?

manual de instrucciones para rendir un final

la paz nunca fue una opción