Todos merecemos ser felices.
Todos sufrimos.
Todos sentimos el dolor.
Todos tenemos una forma de ser muy distinta a otras.
Todos nos levantamos todos los días con esperanza.
Todos podemos soñar.
Todos tenemos la capacidad de sonreír cuando deberíamos llorar.
Todos podemos darle una mano a otro.
Todos dormimos.
Todos comemos.
Todos somos lo mismo.
Todos somos a la vez tan diferentes.
Todos merecemos algo, incluso aquel que no lo merece.
Incluso aquel que hizo cosas malas.
Incluso aquel que traicionó.
Incluso aquel que se portó muy mal en la vida.
Incluso aquel que te hizo llorar.
Incluso aquel que fue la persona más mala del mundo, porque algo le pasó.
Algo le dolió lo suficiente como para querer esparcirlo por el mundo.
Algo le quebró su camino.
Algo le hizo dejar de soñar.
Algo lo frustró.
Algo le dolió tanto que casi no pudo más.
Algo le dio justo en el pecho como para hacerse más fuerte, y a la vez más débil.
Y a la vez, más quebradizo.
Y a la vez, más blando.
Y a la vez, más roto.
Y a la vez, menos fuerte.
Y a la vez, menos valiente.
Y a la vez, menos audaz para enfrentar la vida.
Toda persona que haya hecho daño, también merece un lugar en el mundo.
Todos, incluso vos, hicimos algo que seguramente hirió profundamente a otra persona. Desde rechazar a una persona, hasta matarla. Todos hicimos algo. Todo tiene un porqué en nuestros actos, en nuestra vida. Todo tiene su consecuencia. Todo lo que das, no siempre vuelve. Y cuesta soñar. Y duelen en el alma las pérdidas, y todo duele. Y a todos nos duele algo, algo muy profundo en el pecho. A todos nos duele algo muy profundo, a ella que lo rechazó a el, le duele algo. Y a ese que mató a alguien, también. A todos nos duele. Todos sentimos dolor. Pero todos merecemos felicidad. Así seas una bestia, así merezcas lo peor del mundo, mereces ser feliz. Tenes que luchar por ser feliz, sino, no se que haces en este mundo.
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