El Mar

Quiero que sepas que, aunque no me ves
me derrumbo
como la arena
sobre mis pies.

Quiero contarte que estoy parada frente al mar, envuelta en una manta de paño color beige. Son las seis de la tarde, y mis ojos solo miran a la nada. El sol está partiendo. Las preguntas sobre mi futuro y las ganas de recibir un abrazo tuyo, comienzan a invadirme. 

El tiempo otra vez avanza, y por dentro me pregunto hasta cuándo es que uno se estabiliza. ¿Sabés de qué me acordé hoy? de Heroes de David Bowie. También, me acordé de esa película en la que van por el túnel escuchando Lanslide de Fleetwood Mac. ¿Qué posibilidad tenemos de lograr lo que queremos? Porque también estuve de vacaciones, y con el ómnibus pasamos por un barrio plagado de casas hermosas, grandes, antiguas. Todas con vista al mar. En ese momento, entendí que esa era la receta.

Ale nos dijo que estaba cansada de ver el mar. Entonces llegué a otra conclusión: cambiar

¿Sabés otra cosa? creo que el capitalismo nos tiene re acostumbradxs a la rutina. Por eso me fui de aquel lugar. Por eso tenemos tanto miedo de tomar decisiones. Por eso Ale se cansó de ver el mar. Digo: ¿quién podría cansarse de ver semejante espectáculo? Si, aquel que se ha cansado de despertar todos los días en el mismo lugar durante 27 años. 

Para mi que nos rompieron. Nos hicieron mierda, ¿no? en algún lugar, estoy bastante segura de que podríamos ser aquello que queremos ser, cuando sea y como sea. Escalando todos los días, dando todo el amor y esfuerzo posible. Creo en nosotros. Pero nos rompieron. Nos hicieron daño. Y me duele.

Me duele y sabés que salgo a la calle. Sabés que no me quedo callada (aunque callo algunas cosas). Sabés que escucho música para sanar el alma y no odiar ver el mar todos los días. Sabés que volví a escuchar Glee, ¿no? bueno. Esa es una buena señal de lo que amamos y se va con el viento. Como si las cosas en la vida debieran ser circunstanciales porque es así y no queda otra opción. Creo que la última decisión importante que tomé en mi vida demuestra bastante como, a pesar de ser grandes soñadores, nos sumergimos en lo cotidiano. No queda otra. Vaya una a saber de las cosas que nos repetimos a nosotrxs mismxs para creer la mentira en la que vivimos. Tan enorme y tan cruel que Ale se cansó de ver el mar, algo imperdonable en todos los aspectos posibles de la vida. 


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