9 am

Del bloqueo

trato de salir todos los días.

Me bañé, me peiné. Me acomodé el flequillo así nomas y no me maquillé. Tampoco me puse los aritos de astronautas que siempre me decís que te gustan. La crisis me está matando. Este último domingo, fue lisa y llanamente interminable. Hay días que duran eternidades. Estoy en ese momento en el que las lágrimas caen fácil. Hoy tuve que comenzar a despedirme de una de las personas más lindas que conocí en estos años, y sentí que se me rompió algo por dentro. Estuve una semana encerrada, sin moverme de mi casa. La única vez que salí, no duré más de seis horas. ¿Sabés que siento? que me falta un sillón. A veces quiero tirarme pero no tanto. El otro día Mar se rió cuando le dije que en realidad, y muy en el fondo, mi mayor deseo en esta vida era juntarme con mis amigos y tener mucha plata. Quisiera ver Friends para siempre, una y otra vez. Como si no lo hubiese hecho antes. Porque la vida está doliendo. El sol se me está impregnando en la piel, y los ojos se cierran solos. 

El otro día me habló Laurita, me dijo que me deseaba lo mejor y que me iba a extrañar mucho. Le contesté que muchas gracias y que la iba a extrañar mientras rayaba una zanahoria a las cuatro de la tarde. Casi como si me hubiese retirado de la vida. En algún lugar, eso es lo que siento. Esta depresión no es como la de quinto. Proyecto. Pienso en que quiero comprarme una casa y tener un perro. Pero camino mientras la piel se me cae, como si fuese de agua. 

Quiero dormir y despertarme con el sol de la mañana. Eso también hablamos con Mar. Y ella puso en palabras algo que nunca supe decir. Los días de sol, en algún lugar, son los que nos hacen pensar que en algún momento las cosas van a estar bien. Dicen que la luz solo entra por nuestras partes rotas. Y lo único que quiero de la vida es eso. El sol de la mañana, y la certeza de que, algún día, creo que voy a estar mejor.