Tormentas

Te tengo que decir la verdad. El amor y la compañía nos hacen bien. Pero las tormentas abundan en la historia de mi vida hace un tiempo, y quisiera amarme tan intensamente como siento lo que siento cuando alzo un pañuelo verde, o te miro a los ojos. El dolor y las decisiones nos cambian. De ellos tomamos fuerza para poder avanzar y ponernos de pie, y lo estoy intentando. Te juro que lo estoy intentando. Como bien sabrás, la curva del tiempo se asentó finalmente en el lugar en el que tendría que haber reposado hace tres años. Pero somos jóvenes, y la gente no se cansa de decirme que tengo tiempo. Y confío un montón en mi. Tanto como vos confiás en vos. Es solo que hoy el sol no está, y las flores no salen hasta septiembre. Y me encanta pensar en otros para no ponerme a pensar en mi, porque nadar por los océanos de mi vida, suele enterrarme en el fondo otra vez. Y quizás por eso se me paró el pulso cuando leí tu nombre, porque el patriarcado me adoctrinó para colocar todas mis esperanzas en un hombre. Porque tu nombre es la significación de aquello que siento hace tiempo ya, tan intensa e inexplicablemente. Los días y las noches comienzan a llamarse con nombre propio: el tuyo. Y no me gusta no poder pensarme tanto. Quizá, si te dejo de ver, mi mar termine en un océano sin fin, porque  hace poco tomé la decisión más importante de mi vida. Más importante que todaslas otras decisiones que me he atrevido a tomar siendo tan insegura, sintiéndome tan insulsa. El feminismo me enseñó a quererme y respetarme. Por eso trato de quererme. Por eso trato de creer en mi, a pesar de lo que otres puedan decir. Por eso pude tomar esta decisión, y en algún lugar, sé que desde lejos me acompañás, aunque sea un poquito. Pero bien sabemos ambos que aquí el futuro llegó hace rato para vos. El mio, recién está empezando. Supongo que en algún camino destinado por el espacio-tiempo, nos cruzaremos.