Construir(se)
Mucho tiempo me he dejado llevar por estadísticas, cifras numéricas que se elevan o descienden ante el interés ajeno. Hace mucho que no escribo desde el corazón. Le tengo un poco de miedo a todo esto. Estas cosas que hacen que uno pueda perderse un poco. Si, todo lo que he dicho a lo largo de este tiempo es la más cruda de las verdades, pero a veces siento otras cosas. Vaya uno a saber por qué, suelo callarlas (y callarme) para siempre. Los pensamientos y las ideas de un futuro no muy lejano suelen quitarme el sueño. Cuando me levanto temprano, suelo ir a recorrer la zona céntrica, sobre todo aquella parte plagada de universitarixs con ansias de asistir a sus clases. A decir verdad, añoro bastante tener ganas. Y, a pesar de que pude tomar en un porcentaje bastante alto la decisión de partir, extraño sentir el impulso que generan aquellas cosas que amamos. Extraño bastante sentirme cómoda. Creo que parte de ser adultxs, es tomar decisiones sabiendo que luego deberemos enfrentar las consecuencias. Sucede que, a veces, no estamos del todo preparadxs. Yo no lo estaba. Pero también, ser adultx es hacerse cargo. Perdí muchas cosas en un camino que solo lleva tres semanas de vida, pero siempre tratando de mantener los pies firmes, sobre la tierra.
Es un poco difícil crecer y afrontarse a futuros y realidades. Reconocer con claridad nuestras aspiraciones, nuestros deseos. Lleva tiempo entendernos. Conocernos más allá de lo que somos y hacemos todos los días. Sucede que creemos en la forma en la que nos predecimos. Acciones se desencadenan de las ya realizadas, y asumimos que eso es todo. Tiene que haber un momento en la vida de todo ser humano, en la que logre entender que puede detenerse y pensar. Me predije a mi misma durante tres años. Y admito que hay que vivir el presente, pero hacerse cargo y ser responsable de (y por) unx mismx, también es pensar en el futuro. En las acciones que se desencadenarán de nuestro presente continuo. Es un arduo trabajo, y cuando te toca realizarlo siendo tan joven, lo entendés como el primer contacto directo con la adultez.
Nos han enseñado muchas cosas, pero acaso, ¿quién nos ha enseñado a querernos a nosotrxs mismxs? Recuerdo como si fuese ayer el día en que me inscribí en mi primer carrera. ¿Te acordás de eso? Porque, si algo pude reconocer, es que en ese momento de mi vida me encontré absolutamente sola. ¿Se dan cuenta? Que nadie nos enseña a caminar por la vida. Tres años de mi vida tardé en darme cuenta que lo que hacía no me apasionaba. Tres años de mi vida tardé en darme cuenta de que el futuro que yo quería, en términos materiales y sociales, era imposible. Si, siempre odié con el alma a aquellxs que priorizaron lo económico por sobre el sueño de sus vidas. Pero me encontré sentada, inmóvil, en una lucha inmensa. Hacer películas en Argentina, en Latinoamérica, en cualquier parte del mundo que no sea potencia es dificilísimo, y requiere tanto de mucho dinero como de mucho amor al arte. Para hacer cine en Argentina, te tiene que apasionar. El arte es algo que tenés que sentir en el cuerpo, que te tiene que correr por la sangre que lo habita. Un día me levanté del sillón con lágrimas en los ojos. Entendí una cosa: me gustaba escribir guiones, pero no sabía si me gustaba tanto hacer cine. No sabía si me apasionaba tanto como para soportar no poder llevar adelante mi futuro. En tan solo segundos, se me dió vuelta la vida. A la mañana siguiente, ya lo había decidido.
Las vacaciones funcionaron como un gran aparato de distracción, pero cuando retomé la rutina, me encontré sentada en el micro llorando. Ese fue el día en el que volví a la facultad. Supongo que, en alguna parte del camino, perdí mi sentido de pertenencia con ese lugar. Darte cuenta, eso es lo importante. Nadie dijo que iba a ser fácil.
Nos han enseñado muchas cosas, pero acaso, ¿quién nos ha enseñado a querernos a nosotrxs mismxs? Recuerdo como si fuese ayer el día en que me inscribí en mi primer carrera. ¿Te acordás de eso? Porque, si algo pude reconocer, es que en ese momento de mi vida me encontré absolutamente sola. ¿Se dan cuenta? Que nadie nos enseña a caminar por la vida. Tres años de mi vida tardé en darme cuenta que lo que hacía no me apasionaba. Tres años de mi vida tardé en darme cuenta de que el futuro que yo quería, en términos materiales y sociales, era imposible. Si, siempre odié con el alma a aquellxs que priorizaron lo económico por sobre el sueño de sus vidas. Pero me encontré sentada, inmóvil, en una lucha inmensa. Hacer películas en Argentina, en Latinoamérica, en cualquier parte del mundo que no sea potencia es dificilísimo, y requiere tanto de mucho dinero como de mucho amor al arte. Para hacer cine en Argentina, te tiene que apasionar. El arte es algo que tenés que sentir en el cuerpo, que te tiene que correr por la sangre que lo habita. Un día me levanté del sillón con lágrimas en los ojos. Entendí una cosa: me gustaba escribir guiones, pero no sabía si me gustaba tanto hacer cine. No sabía si me apasionaba tanto como para soportar no poder llevar adelante mi futuro. En tan solo segundos, se me dió vuelta la vida. A la mañana siguiente, ya lo había decidido.
Las vacaciones funcionaron como un gran aparato de distracción, pero cuando retomé la rutina, me encontré sentada en el micro llorando. Ese fue el día en el que volví a la facultad. Supongo que, en alguna parte del camino, perdí mi sentido de pertenencia con ese lugar. Darte cuenta, eso es lo importante. Nadie dijo que iba a ser fácil.
En si, nadie nunca nos dijo nada.
En tan solo semanas me encontré haciéndome cargo del resto de mi vida, con tan solo 20 años. Aprender a tomar decisiones importantes es un oficio que solo se aprende de una manera: tomando decisiones importantes. Quizá esta oración sea la más redundante que han leído en ese texto, pero es que no encuentro otra forma de explicarlo. No hay manuales. Las reglas no son únicas, pero varixs de nosotrxs no solo debemos enfrentarnos a nosotrxs mismxs, sino a ese discurso clasemediero del sisepuede, de que con esfuerzo todo se logra, de que el que no lo logra es porque no quiere, de que solo sos alguien en este mundo con títulos entre tus manos, llevando la bandera de la meritocracia en primera fila. Lamentablemente, a la hora de tomar decisiones, la sociedad nos arruina bastante la vida. Esto lo noté, cuando me di cuenta que si la próxima carrera la hago en tiempo y forma, me voy a recibir a los 26 años, y me encuentro pensando que es mucho. ¿En qué mundo de mierda puede caber la idea de que a los 26 años sos demasiado grande para recibirte? Si, en este.
Creo que aquel momento en el que nos convertimos en adultxs (y no me refiero a cuando cumplimos en años la mayoría de edad), debemos entendernos y darnos el lugar para ello. Nos dejan solos, a la deriva. Me parece que nuestra mayor responsabilidad para afrontar el futuro, aquello que se nos viene encima, es la de querernos, conocernos, respetarnos, aprender y re-aprender lo aprendido, pero por sobre todas las cosas, la que considero primordial, es la de aprender a luchar por nuestra libertad.
Comentarios
Publicar un comentario