Montaña Rusa

Estaba pensando en algo... cuando llegamos a la adolescencia tenemos una especie de regresión al pasado: se ponen de moda gorros con dibujitos de animales, o usamos cosas con dibujos de Mickey, etc. Eso me hace pensar en cuantos queremos volver al pasado. Digo, ¿Nunca les paso eso de encontrar alguna barbie o algun autito, o alguna muñeca de trapo y sonreír? O no solo eso, algo que era muy preciado para nosotros en nuestra infancia y de repente lo vemos y se nos vienen un montón de recuerdos. Todas esas cosas son lasque nos hacen querer volver atrás, para revivir esa época en la que éramos felices sin saberlo, esa época en la que los problemas no existían, y nuestro problema más grande podría ser caernos de la bicicleta.

Más de uno de esos que se hacen los grandes amarían tirarse a un pelotero. Créanme que si me dan la posibilidad de meterme a un pelotero la disfrutaría como si fuera la última. Cuántos serán los que ven sus casas de barbie o aquella cajita en donde teníamos una casa y le dan ganas de ordenarla, o se le viene a la mente lo que le encantaba hacerlo, eso de vestirlas... peinarlas... y cuidarlas como si fueran una persona. Apuesto a que si dejan solo a aquel que abajo de la cama tiene guardados a sus autitos, por más de que tenga 18 años los va a sacar y revivir esa emoción de alguna carrera, o algún momento divertido.

Estamos rodeados de estereotipos, si no dejabas de jugar a las barbies en la secundaria, que anormal de mierda eh... sin embargo, si vos seguías jugando porque tenías ganas de hacerlo, creeme que eras la que más personalidad tenía de todos. Es como eso que conté el otro día, fui la única que se animó a servirse coca cola sin ponerle fernet, y me importo tres pepinos lo que pensara el resto porque para mi, el fernet con coca es un asco. Algo tan simple como eso. No me importa que es lo que piensen de lo que yo haga, y de eso nos damos cuenta ahora. Imagínense cuantas de nosotras hubiese jugado a las barbies hasta los 13, 14... y lo digo porque muchas dejamos por el famoso "que dirán". No importaba si jugábamos encerradas en casa porque a la hora de una visita había que tapar todo, o a la hora de decir lo que hacíamos en casa cuando estábamos aburridas, mentíamos con cualquier cosa, con cualquier banana. Muy pocas tuvieron la personalidad suficiente para decir que seguían jugando, y quienes no, nos torturábamos por dentro.

Cuantos quisiéramos subir a una montaña rusa y gritar como realmente queremos hacerlo cuando estamos en una, o cuantos que quisieran tirarse a un pelotero gigante pero no lo hacen simplemente porque no se animan. Creo que hay que sacar nuestra personalidad y aprender a enfrentar ese tipo de cosas que realmente queremos en estas épocas para ser felices y no las tenemos por esa falta de seguridad de uno mismo.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿por qué siempre escuchas las cosas malas y nunca escuchas las cosas buenas?

manual de instrucciones para rendir un final

la paz nunca fue una opción