Un grito en el cielo

Tengo ganas de gritar en silencio, o quizá, ganas de parar de hacerlo.

No sé a donde dejé a esa chica estudiosa, que quería ser abanderada, que hacía la tarea, que amaba al colegio. La perdí, y hoy es lo que me da, apenas, un poquito de inspiración a la hora de sentarme a hacer los deberes sin ganas. Hablé con mi mamá esto  de rendir el año libre. Sería un quilombo, sería algo muy complicado para mi. Pero odio el colegio. Llegué a un punto de odiar ese lugar, de querer dejar todo y explíquenme porqué una chica que quiere ser abanderada deja todo.

No saben la horrible sensación que es, el hecho de que tu segunda casa se convierta en una pesadilla. La gente, la energía, los profesores, la vida... siento que en algún momento voy a estallar y voy a mandar a la mierda a todos. Estoy rodeada de 7 personas a quienes amo profundamente como amigas, y el resto son desconocidos, o gente que me quiere ver mal. Lo peor es que esa gente entraba en mi grupo de amigos. De hermanos, más que nadie. Estoy harta de que no haya nadie que no sean estas maravillosas 7 personas que no se de cuenta de lo que me pasa. Con mirarme a la cara alcanza. Estoy cansada de que se rían de mi, de que me quieran pasar por encima, de que no me escuchen, de que me ignoren. La puta madre, para ustedes fuí Agustina. Eso fui. Pero fui. Forma parte del pasado. Hablé y hablé y hablé con Sofi esto de que centramos la mirada en la gente que nos hace mal y no en la  que nos quiere. No puedo, juro que no hay manera.

Y realmente, no puede ser que lo único que me motive para  ir al colegio sea que viajo en el micro con Lucas. Porque es a la ida, y después no lo veo más. Esas cosas me duelen, porque a Lucas le tengo un gran aprecio, porque compartimos Año Nuevo y las vacaciones, y es Lucas. Y eso es lo único que me motiva: un viaje de no más de 15 minutos en el micro con Lucas.

A veces quisiera estar con Gus en Algún Lugar con A y L mayúscula. Quisiera escapar. Me ensaño en querer hacerle daño a la gente que me lo hizo, no me controlo en ese sentido, no puedo. Tengo la necesidad de que la gente viva lo que yo viví para que me entienda, y la única forma es yendo a Algún Lugar. Porque así entenderían un poquito de que hablo cuando les digo que sufro, o cuando les digo que no puedo más.

Estoy harta delos abrazos forzados, necesito un abrazo en serio. Necesito que alguien me encierre en sus brazos sabiendo que estoy protegida. Lo necesito más que nada en el mundo. Quiero dejar de llorar, quiero volver a reír, quiero resucitar. Y no puedo, no me lo permite el mundo. Y si, el mundo no es una máquina de conceder deseos, pero si lo fuera, ya saben que es lo que pediría.

Quiero parar de pensar, quiero dejar de sentir la presión que siento. El mundo no es un lugar seguro, y cada vez me voy dando más cuenta de eso.

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