Sobre Juan y los sentimientos
Había una mesa. En total, 12 personas. Faltaba uno. "Esperen que falta Juan, dice que ya está viniendo". Entonces me quedé parada. Esperando a Juan. Protocolarmente, la carta no se sirve al público hasta que la mesa no esté completa. Entonces puse mi mejor cara. Atendí todas las necesidades previas, y entonces vino Juan.
Juan tenía su lugar reservado en la cabecera. Era una mesa infinita. En el otro extremo, se encontraban cuatro niños que no pasaban los seis años. Juan tenía un estilo particular. Cómo decirlo... se desenvolvía de otra manera. Cuando se acercó a su familia, todos se alegraron al verlo. Se pararon, lo saludaron y se reacomodaron. La cabecera esperaba por él. Pero, supongo que él... esperaba por otra cosa.
Todos tuvieron que correrse. Entonces, una vez reacomodados, la mesa quedó armada. Juan no estaba en la cabecera. Juan estaba sentado con los cuatro niños. Mientras hacía mi labor como moza, existió un ínfimo segundo en el que casi se me caen las lágrimas. No sé quién es Juan, pero todos tomaron vino, y el se tomó una cerveza. No sé que estara haciendo ahora, pero lo que si sé... es el por qué de mi profunda emoción. No pensé sentir algo así por un acto tan ínfimo de amor, pero creo que lo que me emocionó fue eso: un acto de amor. Que todos tuvieran que correrse para que él pueda estar al lado de los niños... supongo que a eso me refiero. Y mientras entregaba la carta y explicaba sus particularidades, pensaba en que ojalá existieran más Juanes: personas que saben lo que quieren, a quienes quieren. Que son la realidad viva de lo que es el amor por, el amor para. Y lo único que hizo fue sentarse con ellos.
La emoción que sentí, no persiste de la misma manera, por lo que quizá me cueste llegar a un punto. La cuestión es que quisiera creer que alguien se levantó hoy, en medio de la crisis, en medio del quilombo y en un mundo hecho para ricos... y dijo "hoy voy a ver a mis sobrinos", y fue feliz. Quisiera creer que Juan es de esos que está en la pileta con los nenes mientras toda la familia está sentada en la mesa post-almuerzo. Supongo que eso es lo que me conmovió de él. Supongo que eso es lo que extraño.
Algo de él, llegó a mi. Pero no solo por lo que hizo. Quizá eso que hizo me llevó a otros lugares. Quizá yo también tuve un Juan que en plenas vacaciones ponía voz de locutor e imitaba a los famosos. Quizá yo también tuve un Juan que nos llevaba a McDonald's y nos repartía por las casas con la música a todo volumen haciendo zig zag con el peugeot. Quizá extraño a mis Juanes. Quizá me hubiese gustado tenerlos más tiempo.
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