Los Socios del Desierto

Un flashback cliché, con todas las imágenes y acciones en reversa. Caminás hacia atrás y volvemos a Septiembre. 

Entonces yo entro por primera vez a ese lugar.

Pero como si mi pelo fuera rojo y mi voluntad un lindo flash, todo se reinventa. Todo vuelve a suceder.

Tenés rulos. El pelo rubio. 
Pero no sé tu nombre.

Te acercás, nos hablás. 
Pero no te escucho. Siento que no me interesa. 
Es que realmente, no me interesa.

Y un día entro a aquel lugar lleno de flores y cronopies.
Y música y guitarras por doquier.
Y no te veo. No tengo tiempo.

Y no te busco por Italia. 
Y no recorro avenidas en atardeceres. Porque para qué quisiera encontrarme con tu presencia.

Para qué quisiera escuchar una guitarra.
Para qué quiero una guitarra.
Una remera. 
Un afiche.
Un abrazo.

Y es ahí cuando dejo de correr. Es ahí cuando mi pelo vuelve a su color original. Porque ya no puedo imaginar un contexto diferente. Un entorno que sea distinto. No puedo no buscarte por Italia ni dejar de soñar con tu presencia en el medio de las avenidas. No puedo no cruzarte cuando entro, cuando salgo, los míticos martes o en un abrazo post-elecciones. Porque sé que por dentro tenemos algo en común. Sé que no tenés que correrme por ningún lugar porque es algo que se lleva dentro. Sé que podemos pensar miles y miles de veces qué hubiese pasado si nunca te hubieses acercado aquel día soleado. Pero el tiempo nos supera, el destino, los hilos rojos y todas esas pelotudeces. Porque no creo que seas perfecto para mi, ni mi alma gemela. Pero claro que no sos para mi. Sos para vos. Yo, conmigo, tengo suficiente. Pero te podría dar la mano mil veces, y podríamos cantar millones y millones de canciones. Podríamos despertarnos un domingo soleado con música, con rock nacional. Entonces, ¿para qué quiero que seas mi alma gemela? ¿para qué quiero preguntarme qué hubiese pasado si? No necesito preguntarlo. No quiero preguntarlo.

Yo para mi.
Vos para vos.

Y con eso es suficiente. 


Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿por qué siempre escuchas las cosas malas y nunca escuchas las cosas buenas?

manual de instrucciones para rendir un final

la paz nunca fue una opción