En Familia

Parte del crecimiento es todo aquello que conlleva las relaciones con la familia. Hay algunas, como la mía, que son un poco difíciles de tratar. Se basan en familias llenas de orgullo, y rencores. Familias llenas de amor que en ciertos casos es genuino y en ciertos casos es forzado con la idea de tapar la incomodidad que sienten al estar juntos. Hay algo que sucede en las familias... pero en mis 17 años todavía no llego a descubrir qué es ni en que momento se da. Me canso de ver sitcoms estadounidenses con temáticas referidas a lo molestas que son las suegras o las pocas ganas que tienen los personajes de ver y/o visitar a sus padres. No solo de allá, acá pasa lo mismo. Existe un punto de quiebre en las familias en donde los hijos se independizan de sus padres, pero el punto de quiebre no se da ahí, sino que se da una vez que encuentran su propia familia: desde el concepto de familia básico (hijos, esposa/o, casamiento), hasta el concepto que va más lejos (amigos, compañeros)... incluso, ambos conceptos (esposa, amigos, hijos, casamiento, etc). No identifico en que parte se da, pero se que en mi familia existe. La cuestión es que mi papá y mi tío... tiran. Tiran de una soga: uno de un lado y otro del otro; en el medio no hay nada y a la vez estamos todos nosotros. Y tiran porque en sus vidas han pasado muchas cosas. Simplemente yo no me imagino así a los 40 con mi hermano, no me lo imagino. Mi familia sufrió pérdidas dolorosísimas, han pasado por todo... todo, desde zapatos rotos hasta una vida de lujos. Cada uno laburando a su manera y llegando a la cima (o hasta donde pudo) con todo el esfuerzo sobre la cancha. Todos hemos dado pelea, todos. Pero los que tiraron de la soga... siempre fueron los mismos.

El domingo pasado fue domingo de Pascuas. Típicamente una fecha que amerita reuniones familiares. Pero hace alrededor de 4, 5 o hasta 6 años que me pasaba los domingos de Pascuas en pijama, sin bañarme ni peinarme y comiendo chocolate a lo loco. Y por cada cumpleaños de mis primos, mi mamá y yo no dejábamos de decirle a mi papá "Che, llamalo al tío así nos pasa el número de tal primo así lo llamamos porque es el cumpleaños", y así fue como hace más de 10 años que no saludo a mis primos en su día. No tengo relación de primos con mis primos. Ellos tienen familia y a pesar de ello si se relacionan (de la manera en que los primos lo hacen) con otros de sus primos. Siempre sentí que esa soga de mierda tiraba demasiado, que merecía que mis primos se acuerden de mi y que ellos merecían que yo me acuerde de ellos. Por supuesto que a pesar de la soga, a lo largo de este tiempo nos hemos visto siempre en las mismas fechas, las cuales no superaban la cifra de 6, 7 veces al año. Resulta que como habrán visto si es que leyeron, el año pasado me egresé de la secundaria. Entonces quise invitar a mis tíos a la cena de egresados. En ese momento conseguí el número de mi tía y logré que vinieran. Todo terminó bien. Entonces con mi tía se cruzaron mensajes de WhatsApp hasta año nuevo. Pero después... después el tiempo pasó y cada uno volvió a su vida. Sin darme cuenta, ese número siguió agendado en el celular. Entonces 6, 7 días antes de Pascuas me senté en la mesa y le dije a mamá que quería que los tíos vinieran para Pascuas, pero que no quería recibir otro "¿Por qué no los llamas vos?" de mi papá. La conversación quedo asentada allí... hasta el jueves. El jueves pasado agarré el teléfono y abrí el WhatsApp, y le mandé un mensaje a mi tía.

El Domingo de Pascuas me desperté a las 9 y me bañé. Me vestí, y me maquillé. A las 10 se despertó mi mamá y me preparo la masa para hacer fideos caseros. Mientras yo los hacía, ella preparaba la salsa. Colocó a eso de las 11 y media un mantel, junto con mi papá, quien hacía media hora que había despertado. Pusimos los mejores vasos, algunos snaks y un poco de pan. Una gaseosa fría y una buena sonrisa. Volví a mi pieza, puse Soda Stereo a todo volumen. Y a eso de las 13, tocaron el timbre.

La música... la música era porque durante los primeros años de mi vida despertaba cada santo domingo con Rock Nacional rebotando en las paredes de mi casa. La sonrisa... porque hoy estábamos contentos. Y el mantel... y los fideos... porque abrimos la puerta.

Y del otro lado estaban mis tíos.


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