Todas mis capas

Asumimos los errores que cometemos y pedimos perdón por todas y cada una de las metidas de pata que nos mandamos. ¿Y después? Porque yo pedí perdón, y creí que había superado todo esto que pasó pero tenía que llegar la víspera de Navidad para darme cuenta de que estoy sola, entre medio de tanta gente, otra vez...

Pedí perdón, pero del otro lado nadie supo escucharme. Y me plantee algo horrible, algo que me hizo mal. Y me cansé de tratar que me escuchen, de ser orgullosa y mirar para arriba como si nada pasara, porque existe un límite para todo, y ayer toqué mi límite, y no me gustó un carajo. Tocar fondo nunca es bueno, y mucho menos cuando realmente no sabes que hacer, ni sabes a quien pedirle ayuda, y te quedas absolutamente en la nada misma.

Cumplí. Nunca, jamas en mi vida, le prometí a alguien que iba a estar y fallé con mi juramento. Nunca. Y a mi me dijeron miles de veces lo mismo, pero no cumplieron. No me quiero poner en papel de pobre y desahuciada víctima, porque ese ya lo tuvieron otros, y porque papeles tan miserables no valen la pena.

Las personas que cometemos errores sin la más mínima intención de hacerlo (y sobre todo cuando herimos a alguien) generalmente nos quedamos con ese sentimiento horrible de haber hecho las cosas mal por mucho tiempo. Por lo menos así es para mi, porque no sé cuanto tiempo habrá pasado y yo sigo hablando del tema, porque es una de las heridas más grandes que tengo, y porque está totalmente expuesta. Algo tan simple como el pasar del aire, o un soplo mínimo, hacen que arda lo suficiente como para gritar de dolor por horas.

A mi me queda el dolor todavía. Porque con el tiempo descubrí algo. Muchas veces me dijeron cosas como: "no podría vivir sin nuestra amistad", "ojalá que el tiempo no nos separe" o "siempre voy a estar"; y todo eso se desvanecio, como si a las palabras se las llevara el viento, como si yo me hubiese olvidado de esos juramentos, como si todas aquellas frases fuesen un compromiso = "es mi amiga, hay que decirle que voy a estar siempre, que la amo, que es la mejor y que nunca conocí a una amiga como ella, ¿Por qué? porque eso es lo que se dicen las amigas... ¿qué si realmente no lo siento? Supongo, no sé.


Supongo que todo fue por compromiso, por obligación. Porque, piensen un segundo: están en todas, TODAS, y cuando te toca la peor... boom, desaparecen. Cuando en realidad, la peor debería ser teóricamente la más importante. Ahí me di cuenta que realmente no sentían lo que hacían conmigo, que lo hacían por compromiso. Es mi amiga, no me queda otra. Porque si de algo estoy híper segurísima, es que aquella vez NADIE tuvo ni un motivo lógico para explicarme de su ausencia. Y si estan pensando en que no tenían la obligación de estar ahí para mi, la puta madre si la tenían, porque me lo prometieron, y esas cosas se cumplen carajo.


Genial. Algún día me dijeron que me amaban, y que iban a estar siempre, y que no podían vivir sin mi. Hoy me dan vuelta la cara, no están nunca y los veo reír a carcajadas desde lejos. Más genial. Alguna vez les dije que habían sido una de las mejores cosas que me pasaron, que iba a estar siempre y que nunca iba a poder vivir sin ustedes. Acá me tienen mierda. Siguen siendo una de las mejores experiencias de mi vida, y siempre voy a estar en las malas, y es hasta el día de hoy que no se como mierda vivir sin ustedes.

Punto final.
Chau.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿por qué siempre escuchas las cosas malas y nunca escuchas las cosas buenas?

manual de instrucciones para rendir un final

la paz nunca fue una opción