Mi mente es un océano sin fin

Una vez le escribí a alguien que me hizo bullying. Mientras lo hacía, deseé con todas mis ganas que algún día lo lea. En el fondo de mi alma creía fervientemente que si lo hacía iba a terminar descolocado, pero la realidad cayó sobre mi para contarme que no iba a llorar, que le estaba dando otro motivo para que se riera de mi. De todas formas, eso nunca me detuvo.

A partir de entonces, me prometí ser real. Prometí que si un día tenía hijos les iba a inculcar lo mismo. Esto de respetarse a si mismo y quererse mucho de vez en cuando. Esto de no quebrantar tu camino para quedar bien con otros. En ese transcurso aprendí que tenía que ser yo misma, e incluso si no sabía quien era tenía que usar mi tiempo para encontrarme, para saber que era más o menos lo que quería y para ponerme una meta. Elegí lo que me gustaba, y por cuestiones de miedo quizá todavía no hice nada por ello. Pero nunca, nunca me quebranté. Nunca dejé de ser quien soy. Nunca me reí de alguien para quedar bien. Así fue como me tuve que bancar millones de días en los que lo único que quería era que me trague la tierra, o que las personas habitantes de este mundo dejaran de ser tan crueles. Así fue como aprendí a llorar en silencio, a guardarme todo. Ninguna de las dos era sana.

Lloré escuchando If I were a Boy mil doscientas veces. Me refugié en las series. El colegio se convirtió en mi peor pesadilla. Faltaba una vez por semana, desaprobaba examenes, me hablaba con menos de 5 personas. Todo era igual. Un día una amiga me contó que pasó casi toda su secundaria sola, y yo me quedé sorprendida porque, la verdad, bastantes estúpidos habrán sido sus compañeros para perderse a una persona así. Y entonces comencé a creer en que ese tipo de personas no tenían sueños, no tenían metas. Vivían su vida como lo hacían todos. Los miraba y estaban más copiados y pegados entre ellos que los trabajos que hacían para el colegio.

Decidí no ser una cuenta de instagram. Decidí que la vida no se medía en 'me gustas'. Dejé de creer en las mayorías porque ellos eran un rejunte de 11 o 12 pelotudos y yo era una sola. Pero creí en mi. Creí en algo y llegué a donde llegué. Si, mi vida sigue igual. Pero... ¿Sabés cuál es la diferencia entre uno de esos pibes y yo? Yo o vos, que estás leyendo y quizá pasaste por lo mismo... la diferencia es que nosotrxs tenemos bien en claro que no somos las mierdas que nos pasaron, somos lo que hicimos para salir de esas mierdas y superarlas. Somos las ganas de vivir y reír con gente de verdad. Somos las ganas de enamorarnos y no querer caer en el amor. Somos los libros que leemos, las series que miramos. Somos lo que hacemos de (y por) nosotros día a día. Vos y yo... sabemos como resucitar

¿Ellos?

Ellos no.



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