17 años: día 86
Decidir.
Es increíble lo que me cuesta decidir. No sé tomar decisiones. No sé elegir entre blanco y negro y no entiendo tampoco por qué cuesta tanto. Y en realidad, no cuesta, soy yo la que no sabe tomar una decisión como se debe. Y me saca, me molesta. Es insoportable algunas veces. No sé. Esa es toda mi respuesta. No se si ir a Bariloche, no sé si seguir yendo al colegio, no sé si decirle la verdad (porque no sé si me gusta), no sé que quiero para mi vida. No sé nada.
No sé. Y ahí se termina. Y es molesto.
Y tampoco me ayuda el entorno. Es como un conjunto de muchas cosas. Porque me cuesta mucho hacerme cargo de las consecuencias, eso es lo peor. El 90% de las consecuencias de todas las decisiones que yo pueda tomar como ser humano, me hacen mal. Y yo no sé si me la sigo bancando como antes. Yo no sé si el peso de las consecuencias lo voy a aguantar o si me va a caer encima y me va a sentar en el piso a la fuerza. Eso es difícil. Todo, por algún motivo, siempre me termina resultando el doble de difícil.
Nota: Nunca bases decisiones de tu vida en los consejos de personas que no tienen que lidiar con las consecuencias.
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