El Último Pasajero
Miro el pasaje y noto que todavía me tiemblan las manos. Siento nervios, incertidumbre... Me costó mucho tiempo tomar una decisión al respecto. Siempre quise irme de este lugar, pero el hecho de hacernos cargo de nuestras decisiones y hacernos cargo de sus consecuencias... es difícil. Hoy me voy, y si me preguntan por qué, les voy a decir una sola cosa: no hay motivo que me ate a esta ciudad.
O si, hay uno. Él. Pero el problema está en que si esto fuera al revés, yo no seria ese motivo para que él se quede. Y quiero valerme por mi misma, quiero quererme un poco más, por ende no me quiero quedar en un lugar donde lo único que me ate sea una persona la cual no siente lo mismo por mi.
El micro sale a las 17:45 hs. Esta comenzando a atardecer en la ciudad. La gran terminal de La Plata se ilumina con los reflejos del sol. Es un lugar muy grande, que ocupa una manzana, y cuenta con unas cuantas plataformas (buena excusa para cubrir el hecho de que no tengo idea). Por lo menos se que tiene más de 9, porque mi micro sale desde la plataforma 9. La empresa nos cubre la cena, así que decidí no comprar nada para el camino.
Me encuentro con mis mejores amigas: Candelaria, Solana, Olivia y Abril, quienes vinieron a despedirme, junto con mi papá y mi mamá. Ya tuvimos oportunidad de realmente despedirnos la noche anterior, entre llantos, risas y recuerdos. Además, Olivia dijo palabras muy emotivas. Siempre que la escucho hablar, le digo que va a ser una futura escritora, porque las palabras que utiliza forman reflexiones increíbles. Creo que si a alguien realmente voy a extrañar más que a nada en el mundo es a ella. Y sobre todo porque no creo volver a este lugar.
La gente camina apurada, habla a los gritos, pero el silencio que provoca él con su ausencia logra que nada me importe ya. Y si, todo depende de él. Todo en mi vida -lamentablemente- conduce a sus hechos, o a la consecuencia de ellos. Y supongo que si me voy, podré lograr desatar ese lazo que me une a él de una manera tan llena de devoción. Supongo, porque cada vez que lo pienso parece algo imposible. No sé por qué terminé tan enamorada de él, porque es exactamente el tipo de chico que intento evitar, un opuesto. Pero dicen que los opuestos se atraen... Entonces supongo que para él soy igual, o que él encontró su propio opuesto.
Son las 17:32 hs. El micro acaba de tocar la plataforma 9 y la gente apurada ya comienza a hacer fila para colocar sus bolsos y subir. Algo me retiene y no sé que es. Pero me quedan 13 minutos en esta ciudad, antes de partir para siempre. Supongo que prefiero quedarme unos minutos más respirando este aire frío, abrazando a mis amigas y a mis padres, quienes tanto han hecho por mi y no merecen el más mínimo rechazo.
Tampoco merecen que me vaya.
Mi reloj marca las 17:43 hs. Dos minutos. Dos benditos minutos. En 120 segundos me voy a ir, voy a dejar de respirar el mismo aire que respira él, voy a dejar de ver y recorrer las mismas calles que recorre él. Y quien se enamoró locamente sabe que el hecho de que esa persona exista nos hace volvernos locas -y el hecho de que no también-. Y creo que lo voy a extrañar, demasiado quizás, pero uno no puede vivir su vida atado a quien no es capaz de hacer lo mismo. Y en algún punto, para él también debe ser intimidante tener a una persona así detrás suyo, en su búsqueda. Porque siempre me dejó en claro que no me quería, y mucho menos lo haría ahora. Y mientras comienzo a abrazarme con todos para darles un último adiós, siento que falta su abrazo, pero me repito a mi misma que en el futuro voy a encontrar a alguien mejor, alguien que si me ame y me valore y me contenga y todas esas cosas que una siempre quiere.
Ya está. Ya me abracé con mis papás hasta las lágrimas, y ya saltamos con mis amigas como símbolo de que por fin una maduró (mentira). Ya es hora de irme. Alzo mi bolso de mano y me lo cuelgo en el hombro. Encima de la maleta coloco otro bolso y comienzo a arrastrarlos hasta el maletero. Ya no hay fila, la gente ya se subió. Solo falto yo y alguien más que al parecer todavía no llegó. Guardadas mis valijas, decido tomar aire hasta que la otra persona llegue. No me quiero ir, muy pero muy en el fondo no me quiero despedir de este lugar. El sol comienza a caer, realmente está atardeciendo. Y todavía esta persona no llega.
17:49 hs. Todavía no llegó. Quiero subirme al micro pero no quiero, y supongo que estoy usando a un tal que no conozco de excusa para poder subirme al micro sin haber perdido un minuto en tierra platense.
17:52 hs. Todavía no llegó, y yo todavía sigo "tomando aire". De lejos observo a una pareja despidiéndose y pienso en lo lindo que sería que él estuviera acá por lo menos para un último adiós. Pero no está. Y de una buena vez por todas tengo que aceptarlo, tengo que entenderlo. Observo por última vez a mis amigas, con una sonrisa nostálgica cargada de "las voy a extrañar tanto mierdas andantes"... Todas lindas, todas hermosas, todas sonrientes. Sonrientes... Están demasiado sonrientes. Olivia me mira con cara de madre orgullosa, le devuelvo la mirada y ella comienza a saltar. No entiendo y trato de trasmitírselo con mi cara. Entonces ella mira hacia algo que está atrás mio. Comienzo a ver que media terminal voltea a ver lo mismo... Entonces me doy vuelta.
Un jóven en bicicleta a todo lo que da esquivando cuanto micro se cruza con un objetivo que parece ser el micro, y lo único en lo que pienso es en que al fin llego el pasajero que faltaba, porque ya quería irme en serio. Pero entonces miro bien.Y de repente entiendo por qué las chicas sonríen. Y de repente entiendo por qué Olivia salta. Y de repente entiendo por qué viene en bicicleta. Y de repente entiendo todo.
Se baja de la bicicleta y se para en frente mío. Me mira y pronuncia lo siguiente:
— No sé por qué esperé tanto para esto. No sé por qué jugue con tus sentimientos y logré llevarte al límite. Lo único que sé es que te quiero, yo también te quiero. Lo único que sé... —hace una breve pausa y con voz cansada continúa— es que a donde vayas yo también me voy con vos.
No hacía falta decir que era él. No hacía falta decir que ahora mi mundo está completo.
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