Jardín de Gente

Todo ese dolor que quedó en el pasado a veces vuelve. A veces, toca la puerta. Algunas veces mi cuerpo y mi alma le abren, pero otras no hacen menos que correr en dirección opuesta... buscando, en algún lugar de este mundo, poder decirle adiós.

Me acordé de un día. Estaba soleado. Estaba esperando el micro. Eran las 9 y media de la mañana (mi sol favorito). Mientras comía galletitas, en mis oídos sonaba aquella frase que dice será la vida que siempre nos pega un poco. En ese entonces, recuerdo que el chico que me gustaba en su momento se acercó. Tomaba el micro en la misma parada. La cuestión es que, siendo las 04:49 am del  12 de Agosto, y habiendo pasado 3 años de ese momento, esa canción volvió a generarme lo mismo que aquel día. Y recuerdo la mierda que rondaba mi vida por aquel entonces, que en aquellos momentos de sol y remedios musicales, no podía sentir más que infinita felicidad. Es lo mismo que estoy sintiendo ahora. Mientras tengo los ojos llenos de lágrimas. Porque no tengo palabras para explicar de que tamaño es el fondo en el que las personas te pueden tirar cuando tenés la más mínima diferencia. Y cada vez que me acuerdo de haber estado ahí, siento absolutamente de todo. Porque no sé todo lo que hice para salir de ahí, pero sé que lo hice. Sé que luché mucho. Sé de la cantidad infinita de veces en las que quise rendirme. Y sé de la cantidad de ideas disfrazadas de soluciones que se me pasaron por la cabeza. Yo pensé en esas cosas, claro que las pensé. Porque para mi, no existía tal salida. No existía solución. Y mientras el mundo seguía andando. Pero yo sentía que todo estaba en pausa.






























Ojalá pudiera decir como salir, pero lo cierto es que solo lo sabe cada uno, dentro suyo. No a todos les gusta la infinidad de series o bandas que a mi. Pero aquello que te ponga la piel de gallina, aquello que llegue hacia vos, aquello que te haga bien en los momentos más tristes, o aquello que después de tanto tiempo te haga ver el mundo en color... aquello es a lo que tenés que aferrarte. Esa es la soga que vas a sostener mientras escales ese pozo. Esa soga es la que va a ayudarte a llegar a tierra. A volver a plantar tus pies en ella. Aquello es eso que no tenés que soltar nunca. ¿Me escuchaste?

Nunca.

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