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Todos los días cuando llego del colegio mamá me pregunta "¿Todo bien?", y en el %99 de los casos le digo que si. Pero podría jurar que en la mitad de ellos estoy mintiendo. Hoy fue uno de esos días, en los que mentí. Hoy no estuve bien. Hoy me fui triste. He hecho muchas cosas a lo largo de la secundaria como para que me las devuelvan así. Ser buenita toda la vida y tener todo diez no me sirvio de nada. Camino con seguridad hacia todos lados sin embargo no sé a donde quiero ir. No tengo un objetivo. Siento que desperdicié todo mi tiempo libre y que ahora no se nada. Me das una guitarra y no la se tocar. Me das una pelota y rompo algo. Me pones música y no me animo a bailarla como quiero. Me siento vacía otra vez. Me siento boludeada. Hablo con mis compañeras y me doy cuenta de que algunas me hablan como si fuese tonta, como si fuese boluda. Ya me he sentido así y pensé que después de Bariloche todo había vuelto a la normalidad. Pero son solo estados de ánimo, que cambian todo el tiempo. Y me siento perdida. No sé que hacer, no sé que estudiar, no sé a donde ir. No sé que es lo que quiero para mi vida y siento como si se me acabara el tiempo. Como si tuviera un reloj en mi cabeza que dijera "10... 9... 876543210". Me siento ahogada. Otra vez... lo mismo.
La escuela ya no es ese lugar hostil que era el año pasado, pero los fantasmas vuelven y vuelven... y voy al lugar que sea y los fantasmas están ahí. Se acaba la secundaria. Quedan tres meses. TRES. Y no estoy lista. No sé que camino elegir, a donde ir... y sufro porque no voy a ver nunca más a un flaco que con suerte se acuerda mi nombre y no hace más que darme la espalda. Yo no sé si me merezco la gran cosa pero se que me merezco algo mejor. Nada dura para siempre pero no quiero que esto se termine, no es el momento, no ahora. Y me siento muy presionada, muy encerrada. Es como si en algun momento hubiese metido todos mis sentimientos en una cajita muy chiquita y ahora no hacen más que matarse entre si, dentro mio. Estoy cansada, agotada. El miercoles pasado sali feliz del colegio, y hoy sali con una angustia terrible. Estaba al lado mio, se fue y no me dijo ni chau. Es como si no contara. Como si no existiera.
Como si fuera invisible en sus ojos.
El otro día hablaba con una amiga que me entendia perfectamente, y hablabamos de que cuando no te cuesta conseguir estar con quien queres y cuando no corrés atrás de alguien que no hace más que darte la espalda, el mundo te parece extremo. Porque las cosas no te cuestan, porque sos ese uno en un millón que tiene suerte de tener al chico que quiere. Y cuando estas del otro lado, del lado extremista, nada te parece extremo, porque lo vivís todos los días. Y pensando en Bariloche me acordé de la última noche de boliche, en la que yo estaba en una columna y el estaba sobre otra. En que nos separaban 2 metros, no más. En bailar y dar vueltas para poder verlo. En esa brecha tan corta como son 2 putos metros y en esa brecha tan larga que no me dejaba cruzarlos, la brecha entre los dos. En todo lo que había entre esos dos metros que no me dejaba hacer nada, no me dejaba respirar tranquila. Porque yo no se si amo pero quiero, y lo quiero. Y no creo que nunca lea esto y si lo hace no me importa porque quedan tres meses nada más, y porque se que no es el tipo de persona que lo leería y se lo mostraría a todo el mundo.
Ya se que soy la boluda del curso. Que me pusieron en ese lugar y yo me dejé. Lo vi muchas veces en Bariloche, acá, y trataba de pensar en que esa noche me eligieron por ser una más, no por otra cosa. Trato de respirar y levantarme y seguir adelante. Trato de secarme las lágrimas y de verme al espejo y sonreír. Así sobreviví todo el año pasado. Y aunque estoy harta de seguir sobreviviendo, así es como tengo que hacerlo ahora.
Quiero suponer que hay un momento en donde el panorama gira a mi favor, porque sé que es así, porque ya me paso, y porque se que también eso es parte de la vida.
Fuente: we heart it
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