The End
Adiós a todos los momentos compartidos. Adiós a los llantos que desparramamos juntas. Adiós a los secretos que no debían ser contados. Adiós a todo aquello que algún día nos hizo felices. Adiós a la felicidad que significaba un encuentro en la casa de alguna. Adiós a las risas infinitas, a las miradas que solo entendíamos nosotras y a todo aquello que nos hacía estar unidas como nada ni nadie. Adiós.
Dicen que las amistades no duran para toda la vida, pero también dicen que si lo hacen. Probablemente, lo primero lo escuches de alguien como yo, resentida con todo lo que pasé últimamente. Probablemente, lo segundo lo escuches de alguien que hizo las cosas bien, o que simplemente sabía de la importancia que tenían aquellas personas que los habían acompañado durante toda su vida. O simplemente, no querían tener que acostumbrarse a la soledad.
Todas las coas que no tuvieron su debido final no están terminadas, y quien se va sin ser echado, vuelve sin ser llamado. Quizás me fui sin ser echada o quizás me dieron una patada invisible. Sea lo que sea, me lo merecía. Duele mucho aceptar que fuiste la del error, sobretodo para el orgullo. Convengamos que yo siempre fui orgullosa y aceptar derrotas no me gusta para nada. Pero creo que pasó suficiente tiempo como para que entienda que si, que fue mi culpa, que no tuve intenciones de que así sea, que eso desencadeno cosas que no me esperaba, y esas si que no las merecía. Pero también, es tiempo de aceptar que por más que no las mereciera, ocurrieron. Perdí a muchas personas que no debía perder. No solo perdí eso, sino que me perdí qué fue lo que pasó en el medio para perderlas, porque nunca lo entendí. Pero supongo que tiene algo que ver con eso de que todo pasa por una razón. Y que la vida en cierto punto te devuelve todo lo que diste.
Quizá las amistades no deban tener principios o finales. Quizá algún día todo vuelva a ser como antes. Pero nunca está demás apreciar aquellas que perdimos. Porque, si, los recuerdos nos llenan de nostalgia y alguna que otra lágrima. Pero son parte de nuestra vida. Son parte de lo que somos. Son parte de nuestra desconfianza, de nuestra timidez... porque quizá, si no hubiésemos sacrificado aquel lazo que nos unía de toda una vida, no hubiésemos aprendido nunca el verdadero valor de la amistad.
Es increíble, parece que yo estuviese contando lo que me pasa a mi
ResponderBorrarPor lo menos no soy la única que no pasó por todo eso. No se si eso es bueno o es malo :(
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