Galaxias
El otro día expulsamos palabras sobre el aire
y volvimos a hablar de aquello que tanto nos duele.
Esperando a un par de esos que saben sacar risa,
sonriendo y entendiendo lo lejos que habíamos llegado.
Muchas veces
fueron las que me pregunté
por qué
en qué momento
qué fue lo que hice.
Entonces me tiré
en una cama llena de arroz
(y muchas otras me caí sin darme cuenta).
Hipnotizada
obnuvilada
ante la vista
de la realidad
porque no me estaba respondiendo una mierda.
Entonces me levanté
y me fui a una llena de almohadones
donde me acomodé
y dejé que aflore todo aquel dolor.
Fueron días
de mucho dolor.
Fueron días
de mucha decepción.
En aquellos días
creo que se me rompió el corazón.
En aquellos días
creo que perdí todo aquello que debía ser.
Entonces
cuando me levanté
estábamos atendiendo un restaurant.
Entonces
cuando se levantó
estaba cubriendo a Caracol.
Ese día
en ese momento
en que estábamos sentadas
expulsando las palabras
le dije algo
que siento cada vez que me acuerdo de esto.
Algo
que está en todos los pies de fotos
en todas las cuentas de twitter
en la última foto que compartió tu mamá en facebook.
Estamos del lado correcto.
Nos está yendo bien.
Nos están pasando cosas buenas.
Boluda, nos están pasando cosas buenas.
Fue ahí
cuando mi boca soltó
otra expresión:
Estamos
donde tenemos que estar.
Cuando lo dije
ella asintió
mientras sonreía
y el viento le daba en la cara.
Ahí también me di cuenta que estábamos donde teníamos que estar.
Porque la amo
demasiado
a ella
y todos sus secuaces.
Por nada del mundo
hubiese dejado
una amistad así
aquel entonces.
Hoy
repito lo mismo.
Entonces sé
y no puedo estar mas segura
que nada en esta vida
me haría cambiar el rumbo.
Entonces sé
que por nada en este mundo
entregaría mi cuenta en el sol
la sangre de mis venas
la risa en primavera.
Lo afirmo
y reafirmo:
siento amor.
Y es más grande
que el océano
que mi cara
que el dolor.
Mucho más grande.
y volvimos a hablar de aquello que tanto nos duele.
Esperando a un par de esos que saben sacar risa,
sonriendo y entendiendo lo lejos que habíamos llegado.
Muchas veces
fueron las que me pregunté
por qué
en qué momento
qué fue lo que hice.
Entonces me tiré
en una cama llena de arroz
(y muchas otras me caí sin darme cuenta).
Hipnotizada
obnuvilada
ante la vista
de la realidad
porque no me estaba respondiendo una mierda.
Entonces me levanté
y me fui a una llena de almohadones
donde me acomodé
y dejé que aflore todo aquel dolor.
Fueron días
de mucho dolor.
Fueron días
de mucha decepción.
En aquellos días
creo que se me rompió el corazón.
En aquellos días
creo que perdí todo aquello que debía ser.
Entonces
cuando me levanté
estábamos atendiendo un restaurant.
Entonces
cuando se levantó
estaba cubriendo a Caracol.
Ese día
en ese momento
en que estábamos sentadas
expulsando las palabras
le dije algo
que siento cada vez que me acuerdo de esto.
Algo
que está en todos los pies de fotos
en todas las cuentas de twitter
en la última foto que compartió tu mamá en facebook.
Estamos del lado correcto.
Nos está yendo bien.
Nos están pasando cosas buenas.
Boluda, nos están pasando cosas buenas.
Fue ahí
cuando mi boca soltó
otra expresión:
Estamos
donde tenemos que estar.
Cuando lo dije
ella asintió
mientras sonreía
y el viento le daba en la cara.
Ahí también me di cuenta que estábamos donde teníamos que estar.
Porque la amo
demasiado
a ella
y todos sus secuaces.
Por nada del mundo
hubiese dejado
una amistad así
aquel entonces.
Hoy
repito lo mismo.
Nos sangra amor, nos cambia la sangre. Somos una cuenta en el sol, una fuente de plata. Somos el calor del pleno invierno, el atardecer de un día lluvioso. Bailamos con Bandana, cantamos las canciones de Britney, a veces imitamos a Shakira, a veces salimos a hacer cine. Nos gusta sacar(nos) fotos. Nos gusta inmortalizar los recuerdos. Y aquel residuo que queda en el corazón, es aquel que nunca pudo sanar. No es un simple rencor, quizá es la agonía de la incertidumbre. La agonía que genera no saber. Pero ese día, cuando ella sonrió, me di cuenta de que íbamos a estar bien. Incluso, de que ya habíamos empezado a estarlo.
y no puedo estar mas segura
que nada en esta vida
me haría cambiar el rumbo.
Entonces sé
que por nada en este mundo
entregaría mi cuenta en el sol
la sangre de mis venas
la risa en primavera.
Lo afirmo
y reafirmo:
siento amor.
Y es más grande
que el océano
que mi cara
que el dolor.
Mucho más grande.
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