Te diría

Bueno, esta es una noche larga porque no dejo de pensar en algo. La continuidad o el cambio, la continudad o el cambio. La continuidad.

O el cambio.

Hay algo dentro mío que siempre se despide pero nunca dice 'adiós'. Es eso mismo que todos los meses se transforma en angustia que de vez en cuando no deja respirar. Es aquello que está alojado en mi historia hace casi 2 años y medio. Esa sensación de volar, y de repente caer. Porque eso que yo sentí tan fuertemente durante todo ese tiempo, hoy solo cansa. Aquello que tanto anhelé en su momento, hoy agota. No sirve. No me genera ni ansiedad, ni entusiasmo, ni felicidad. Solo genera amontonamiento, porque tengo una pila de sentimientos que fueron violetas, y hoy son tan grises como los días nublados.

Desde una poesía como tarea para el colegio hasta mi propio corazón, estuviste en todos lados. Estuviste en el día, en la noche. En cada lágrima. En cada risa. En cada momento de distracción (y esto ya se está pareciendo a una canción). Porque todo el tiempo te veía, y sin sueño, soñaba tu presencia. Te veía en cada espejo y cada vez que te veía no hacía más que verme reflejada. Porque ayer eras todos mis suspiros, y hoy sos todos mis errores. Porque nunca hubo siquiera un beso, porque ni siquiera te puedo recordar de esa forma. Porque nunca hubo un abrazo real, todo fue puro compromiso. Porque aunque lo hayas intentado, algo mio sabe que en el fondo realmente nunca sentiste nada.

Y cada vez que te veo no dejo de pensar en lo loco que resulta no poder generar en vos todo eso que vos generas en mi. Y en el fondo todavía te quiero. Y por delante, por delante te odio. Y te pido perdón por odiarte, incluso si no te importase que lo haga. Es que nunca dejas de ser un espejo que no deja de mostrar esa piedra con la que tanto tanto me gusta tropezar. Y nunca dejas de ser y sonar como mi canción favorita, como esa melodía que incita a bailar para toda la vida.

Pero hoy ya no te bailo más. Hoy mis sentimientos están en otro lado. Hoy hay alguien nuevo. Y la idea de poder salir de toda esta melancolía sí me genera cosas buenas, porque vos nunca pero nunca (nunca) vas a tener la culpa de todo lo que me generás: lo bueno y lo malo. Porque quiera o no, fuiste la persona que me mantuvo de pie, y a la vez no. El otro día le explicaba a un amigo esto de como nos encanta enamorarnos de alguien que no es real, sino de una idea. Porque es así. Esas tardes en el parque, esos bailes de madrugada de los cuales nadie es testigo, esas risas y esos viajes por el mundo... nunca salieron de mi mente. Vos nunca saliste de mi mente. Y no me refiero a olvidar, me refiero a trascender, porque en el plano de lo real lo nuestro nunca trascendió. Nosotros no tuvimos nada. Ahí estas vos con tu mochila, y acá estoy yo con la mía: todo este blog, todos estos meses, todas esas cartas hechas a lápiz y papel... están detrás, son invisibles. Simplemente no se ven.

Y ya no ando ganas de encontrarte. Hoy solo tenés una de Los Piojos y una de Adele. Y un poquito (un poquito mucho) de mi corazón. Pero quiero creer con todas mis fuerzas que hoy te estás yendo. Que ya no sos eso de antes. Que tratarte de 'vos' es más fácil que hablarle y dedicarle cosas a un sentimiento que está dentro mio. Hoy trato de entender que las cosas pasan y no pasan por algo. Y espero que así sea. Y espero que haya una razón, una verdadera razón de por qué no tenía que pasar.

Espero que esas siete cuadras que nos separan, esos tres años de colegio, esa misma facultad y esta ciudad plagada de diagonales... sean solo una coincidencia.









































Y este fue mi testamento
de un amor que de contento
no me dejó ni el sudor.
Sólo queda despedirme
con voz ronca pero firme...
el mal trago ya pasó.

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