Tu nombre sobre mi nombre

La cuestión es que las cosas se van. Aprendí a ver la historia desde el margen. Aprendí a tratar de entenderte y comprender. Aprendí a ver que si no te hubiese respetado tanto, hoy quizás serías parte de mi vida diaria o quizás me querrías menos -directamente no me querrías-. Pero nunca te voy a permitir pedir perdón ni me voy a permitir perdonarte por no haberme conocido. Nunca te diste lugar a ello, y respeto el hecho de que no hayas querido hacerlo. Respeto el hecho de que tu vida no haya tenido lugar. Pero, ¿Perdonarte por ello? No. No creo hacerlo. Perdonarte... podría perdonarte por no hacerme conocer, porque ahí si que ganas. Fui tan respetuosa con tu espacio personal que nunca quise meter mano en el aire que respirabas. Trataba de cuidar tanto algo que no existía que no te hablé. No de mi, no de la vida... simplemente no te hablé. Y gracias a aquello han habido días en los que me levantaba tan triste como me había acostado, con el cuerpo cansado, y con una cara... de esas caras que parecen pertenecer a cuerpos muertos, o a cuerpos que nunca han bailado en su vida. Te quise tanto que no podía despertarme sin querer. Entonces mi cuerpo pesaba, triste. Dentro de él se encontraba una seguidilla de rencores y perdones que nunca había perdonado. Entre los mismos estaba no haberte perdonado por no haberme querido, no haberte perdonado por no haberme conocido, no haberte perdonado por no haber hecho nada y no haberte perdonado el hecho de que me perdonaras por haber hecho que te quiera tanto. Porque no importó el tiempo que duró, fueron días y días cargados de sentimientos. Y cada vez que salía de la facultad y volvía a verte después de un día sin vos era algo que me helaba. Porque una vez estorbé el camino de miles de personas cuando me detuve al verte y me di vuelta para agarrar a la persona que venía conmigo. Mi vida en cierto punto había dejado de ser mia. Nunca la tomaste vos, en algún momento la metí dentro de tu mochila, tu equipaje... y a partir de entonces te la llevaste para todos lados. Intenté recuperarla con todas mis fuerzas, pero nunca hablamos. Y nunca bailamos. Y se quedó en vos. Así que esta soy yo intentándolo. Intentando ser de nuevo. Juntando retazos de jean y otras telas y ovillos de lana para hacerme de nuevo, reciclada, pero nueva. Esta soy yo intentando entender que no me vas a completar nunca, que te adjudiqué el problema de mi incompletitud (¿existirá esa palabra?) cuando en realidad a mi ya me faltaban piezas de antes. Por eso nunca dejo de gustarme alguien, porque utilicé una parte de mi que estaba vacía para llenarla con uno de ustedes, pero nunca funcionó. Agradezco haber tenido la oportunidad de darme cuenta de que no necesitaba a nadie. Así que en los próximos días intentaré buscarme. Intentaré encontrarme. Intentaré dejar de hablar y escribir notas enteras solo para decir cómo te busco en todas y cada una de las personas que veo cuando salgo a la calle. Intentaré centrarme en mi nueva vida, en mis nuevas amistades. En nueva música y nuevas personas. Pondré películas y series y discos y bailaré. Bailaré hasta encontrar mis pazos y mi coreografía y mi verdadero camino. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿por qué siempre escuchas las cosas malas y nunca escuchas las cosas buenas?

manual de instrucciones para rendir un final

la paz nunca fue una opción