La Figurita Difícil
Otra vez, necesito una pausa, un stop, y un play:
— Y, ¿Te sigue gustando?
— No, ya me resigné.
— [...] como me pasa a mi con él. Lo escribí en el blog el otro día, de que no puedo estar atrás de un flaco que siempre mira para adelante y nunca se da vuelta a ver como estoy, ¿entendes? llega un punto en que te cansa. Un poco me quiero a mi misma como para seguir perdiendo tiempo así.
— Claro. Exactamente.
Ojalá nadie lea esto nunca.
(Nadie de ellos).
Me resigné. Si, bajé los brazos. La luchadora, la boluda que va a estudiar algo para entrar en el mundo de la actuación, la que un día decidió luchar por sus sueños... bajó los brazos. Y después vengo yo que no hago nada por mi vida y simplemente estoy intentando negar lo que siento. Una vez dije que Ulises era el que más me había gustado de todos, y creo que fue así, pero creo que también hay maneras. Que a veces no podes comparar unos con otros, que cada uno te engancha a su manera, y te atrapa a su manera. Ulises fue como una figurita difícil que despegué de un álbum sin dejar manchas. Pero él, el es difícil de despegar. Mierda que es difícil el muy forro. ¿Alguna vez despegaste una figurita de un álbum sin dejar esas manchitas blancas, ese papel roto? Seguramente no. Bueno. Soy un álbum de figuritas. Y estoy intentando despegarlo a él de mi álbum sin dejar manchas, sin romper el papel, porque una vez que el papel se rompe, no vuelve a ser el mismo, no tiene arreglo.
Estoy harta de explotar personas en este blog. De escribir, y escribir, y escribir sobre ellas. Como si no valieran nada y a la vez valieran demasiado. Estoy harta de hablar de ellas como si fuesen un pedazo de algo, una nada misma. Un objeto. No son eso, son importantes. Pero la figurita difícil está y la figurita difícil tira, y la piel duele porque el tirón se vuelve cada vez más largo, más lento, más doloroso y más difícil, valga la redundancia.
Necesito vivir. El otro día me puse a pensar en que en un punto mi vida era inútil. No estaba con nadie, no hacía nada, ya no escribía... En fin, me puse a pensar en eso. En que siempre soy la segunda opción, en que siempre estoy sentada en el banco de suplentes. Hay una frase de Cristina Yang, un personaje de Grey's Anatomy, que dice que Si queres que las cosas de mierda dejen de pasarte, entonces deja de aceptar mierda y demanda algo más. No sé como pedir por más, no lo sé. No sé como dejar de estar en ese banco de suplentes.
El otro día la veía a ella. Ella se sienta en cualquier lado y es capaz de darse vuelta y hablar con cualquiera, y es feliz, porque se le nota. Y tiene la capacidad de hablar sin vergüenza con las personas, sin esconderse en un caparazón. Y pensar que alguna vez creí ser mejor, creí tener las cosas más en claro. Y no. Nunca fue así, porque creía que ella estaba haciendo las cosas mal y no era así, simplemente se animaba a luchar por lo que sentía. Y me acuerdo que peleamos por el mismo pelotudo (con cariño) del que estoy hablando hace un año y medio. La figurita difícil. Peleamos por el, o discutimos, o yo me enojé sin su consentimiento quizás? En fin. Nunca podría haberle ganado. Primero porque la vida no es una competencia, segundo porque no me gusta competir por figuritas de turno (o turno quintuple como la mía) con alguien que quiero y aprecio, y tercero... porque me ganaría de todas las maneras posibles.
No soy interesante, no sé que tengo para dar. Soy aburrida, soy media boluda, soy ingenua... no sé. Necesito salir y conocer algo, alguien, algunos. Necesito vivir la vida, hacer algo, dejar de ser inútil, o de no ser útil como decir así para no ser tan hiriente conmigo misma. Necesito respirar y pensar. Y salir y vivir y hacer algo de mi vida, intentar cumplir un sueño o simplemente demandar por algo más.
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