Pacífico
Esa canción siempre me hizo acordar a uno de mis amigos. Siempre. Cuando la escuché en vivo o cuando la subí a instagram... siempre. La intencionalidad está. El perdón también: ni siquiera sabés por qué, pero será otorgado cuando puedas darte cuenta. Mis amigas no quieren, mi mamá... depende del día, está un poco decepcionada: no es la única. Ayer me dijo que siempre tocan al más débil, al que no pone límites, al que le tirás un poco la lengua y te cuenta todo porque es más bueno que el pan. Nosotros hemos hablado mucho de los límites. Yo tengo los míos, aunque cuando escribo por acá se borronean un poco. También largo la lengua sin darme cuenta y sin querer. Dicen que el saber es poder, y creo que cuando escribo lo que siento te estoy dando mucho de ese poder. El hecho es que para que sea un poder como tal deberías hacer algo al respecto: nunca lo haces. Sos inamobible. Sos feliz. Nunca lo compartís conmigo. Ya lo asumí. En realidad lo asumí pero no lo entiendo. Matías me vio llorar muchas veces al respecto. Ninguno de los dos entiende bien qué hice. Cintia me decía que tal enunciado me ubicaba en posición de víctima. Creo que la vida me puso en ese lugar de rebote. Creo que lo tomé. No sé.
Siempre le preguntan a él, pero nunca me preguntan a mi: eso que dijo mamá del más débil. El pobre santo quedó en el medio: por suerte no soy yo la que piensa que es un boludo. Está en el top de las personas más inteligentes que conocí en mi vida.
Cuando vi la serie me acordé de una chica. Eso que viste que puse en twitter. Cuando llegué al capítulo del casamiento de Debi me reí muchísimo, pero también terminé llorando, aunque diría que con mucha admiración. Me lo he preguntado y no, no me moviliza la envidia, aunque algo tenemos en común: me duele no ser la elegida. Me duele que me elijas de a cuotas. Me duele haber sabido de todos tus logros por personas que no eran precisamente vos, sino aquellas de las que hablabas mal conmigo. Una vez me dijiste que una de las personas que más quería yo en el mundo tenía algun tipo de retraso y que no entendías mi vínculo. No tenías que entender nada: no era algo que yo te debía.
A ella no la eligen, y su síntoma se arma a partir de la envidia. Creo que el mio se arma a partir del enojo, de la angustia, del rencor. Quizás mi serie se llamaría Rencorosa, o Memoriosa, o Demasiado Memoriosa para el promedio de la Sociedad. Decía: algo tenemos en común. A ninguna de las dos le da miedo sentir. Una de esas veces que lloré con Matías le dije que no entendía por qué no me ponías me gusta en las fotos de instagram. Mamá me dijo que era una boluda, papá me entendió un poco más, Matías me entendió en su totalidad. De hecho, cuando nos pusimos al día le conté que después de la separación se borraron todos: incluso de los me gusta de instagram. También, que fui muy feliz en el proceso pero que me dolió mucho que no me elijan, o que no me pregunten como estoy, o que ni siquiera se acerquen a flotar sobre mi órbita, como dice ella.
A mi ya no me alcanza flotar en tu órbita. Y si, sigo enojada con ella: tan enojada como te preguntás, porque no me da miedo sentir lo que siento y decirlo en voz alta. Porque no me parece menor lo que hizo. Porque los amigos no son fallutos. Porque yo elegí dejar de tener amigos que sean fallutos, elegí dejar de tener amigos que me quieran de esa forma. No quería ir al golpe bajo, pero quizás te parece exagerado mi enojo porque te parece normal que un amigo haga eso, o específicamente que ella sea así. Yo dejé de naturalizarlo(s), pero con la diferencia que también elegí dejar de alimentarlo(s). Victoria, la boluda de la serie, si... es envidiosa, pero la mina siente. Y le dice a Debi que se case para que el boludo del ex la vea con el boludo del actual. La mina es un horror, pero siente, y lo hace tan fuerte que la serie lleva el nombre de sus sentimientos. Gracias a Dios no me mueve la envidia, pero (otra vez) algo tenemos en común: me duele un montón que no me pongas me gusta, que nunca me comentes nada, que no seas feliz por mi ni compartas tu felicidad conmigo, que en el 2022 no me hayas invitado a tu cumpleaños, que nunca hayas sido feliz por Matías y yo (o que nunca me lo hayas demostrado, o que siempre hayas demostrado la parte mala), que hayas hablado tan mal de ella y que yo me haya enterado de todos tus momentos felices de su boca, la misma que es tan cruel en el nombre de la honestidad y vos tanto odiaste conmigo, que hayas visto mis historias en el recital de Los Piojos y no me hayas contestado, que le hables mal de mi a tus seres queridos... pero creo que lo que más me duele, por lejos, es que no seas honesto con vos mismo, que no te animes a esclarecer cuál es el nombre en el que se manifiesta lo que sea que te pasa conmigo. Me duele un montón no saber qué fue lo que te hice para que seas así conmigo. Me duele un montón lo que hiciste en tu cumpleaños: me rompió la confianza con el mundo. Lo lloré con mis amigas hace tres dias en una cervecería. No me da miedo sentir en voz alta, nunca me dio miedo sentir en voz alta. Por favor, mirate al espejo y nombrame. Blanquealo. Reconocé que me querés, o que me odias, o que te caigo como el orto, o que tengo mal aliento, o que no te gusta tal cosa de mi. Necesito, con carácter de urgencia, que seas honesto con vos mismo y que me puedas rechazar en voz alta, de manera directa, sin preguntarle a Matías por qué escribo lo que escribo. Bloqueame, silenciame, borrame de la existencia. Lo que sea que necesites hacer respecto a mi existencia, por dios, hacelo. El mundo así, tal como sos conmigo, no se soporta más.
Odiame a los gritos, que lo sepa todo el mundo. Detesto la incertidumbre, la frialdad. Todo el mundo lo sabe y lo ve, pero nadie sabe con claridad qué es exactamente lo que pasa. A Matías le dije que tuve una conexión con vos que pocas veces volvi a ver. Muchas veces te nombre como mi mejor amigo. Te quise y te quiero un montón: inmesurable. Creo que el dolor viene de ahí: ella me dijo una vez que el dolor venía del cariño. Creo que tenía razón: te quiero muchísimo, creo que pocas veces tuve un amigo como vos, y me duele muchísimo no ser la elegida. Me duele muchísimo ir para atrás y saber que nunca fui tu mejor amiga, o tu amiga, o la boluda de las conexiones. Ya no disfruto tanto tu felicidad, porque priorizo mi ego y mi narcisimo, o ponele el nombre que quieras. ¿Qué hice para que no compartas tu felicidad conmigo?
A mamá le dije que volvería a hablar. Ella cree que falta una charla final donde largar todo. Matías piensa lo mismo. Yo le tengo mucho miedo a esa charla. Creo que cuando fue lo de tu cumpleaños me decepcioné tanto que nunca volviste a ser igual para mi. Te quiero mucho, pero ya no es como antes. Sé que sos una gran persona, pero el otro día le decía a Matías que si fuésemos padres yo ya no podría elegirte como un padrino. Perdí la confianza: no está más. Por eso es la charla final. Porque después de tu cumpleaños, cada vez que viniste a hablarme mal de ella me comía la cabeza repitiéndome "no caigas, no caigas, te va a cagar de nuevo, no caigas". Elegía confiar. Y me volvías a cagar. No sé que te hice para que me quieras tan poco. Me destruyó el corazón. Me destruyó la confianza. Me aburrí de sentir siempre el mismo dolor. Me aburrí de escribir siempre sobre las mismas personas. Me cayó bastante mal que no saludes en el grupo para las fiestas. Me duele la gente así, aunque también me embola. Ya está. No me elegiste a mi y la elegiste a ella: la que odiaste tanto durante tres meses, la misma de la foto de perfil con una cruz roja gigante, la que dijo que sufrió mucho comiendo mi chocotorta, algo de lo que hablamos las 4 horas que duró el viaje a aeroparque. La que abrazamos con amor cuando se separó, aunque por atrás contábamos hasta 10 (eso me lo dijiste vos). Has hablado muy mal de ella conmigo, y creo que no sabés convivir con el peso que tuvieron esos 3 meses en mi vida. Creo que cuando uno odia mucho, y sostiene con firmeza que el odiado es una mala persona... no hay retorno. Creo que vos demostraste que sí. Creo que yo ya no estoy de acuerdo con eso.
Hoy me duele, pero sé que algún día lo voy a entender: gracias por no haberme elegido.
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