Mi mano nunca supo cómo tocar esa puerta.
Bajo un título que todavía no encuentro y una angustia que me atraviesa hace meses infinitos, vuelvo a lo que antes solía ser mi método catártico por excelencia. Mi descarga. Hoy descargo. ¿Qué descargo?
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El otro día le dije a Lucía que ya no me siento feliz por mis amigos. Lucía también está en un lugar muy particular, así que, con la excusa de un almuerzo, varias veces nos sentamos a comer y llorar juntas. No se si somos amigas. No sé si tengo amigos. No sé si quiero a los que tengo. No sé si los quiero y los rechazo o no los quiero y por eso los rechazo o si simplemente los necesito y mi orgullo me comió viva en algún momento del pasado reciente.
Las novelas que miro son todas tristes. Las lágrimas caen solas, y siempre se espejan con esa realidad latente que no quiere quedarse quieta. Nunca supe no ser feliz a partir de los otros. No sé lo que es ser feliz por mi misma. Años esperando compartir mi vida con un otro para que llegue un aluvión de despidos en silencio a la par. Ya no sé hasta que punto está bien dejarme ser. Ya no me hablan como antes. Ya no hablan como antes. Y me duele el corazón. No sé a donde volver pero siempre siento que quiero volver. Ojalá ellos quisieran lo mismo. Somos todos muy distintos.
Lucía siempre dice que hable. Y me lo dice con un nudo en la garganta.
En la garganta de ambas.
El desamor es un espectro de posibilidades muy complejo que te escupe en donde quiere. A mi me dejó tirada sola, en un pasto infinito, a donde nadie puede acercarse. Ni siquiera él.
Aunque yo quiera.
Pero nadie sabe. A veces pienso que no es muy necesario que lo sepan. Si no me quieren cuando soy feliz, no comprendo hasta que punto quiero que conozcan mi infelicidad. Lucía coincidió conmigo: es raro vivir dos años en silencio mientras los demás solo ven el hermoso recorte que haces para las redes sociales. Un recorte que sólo hiciste con la intención de tratar de demostrarte a vos misma que todavía quedaba alguna puta esperanza de supervivencia.
Quizá a la vida le quedaban algunos colores.
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De a poquito deja de ser pálida la realidad. La terapia me sacó del monocromo y decidió plantar algunas flores en mi. Lucía de vez en cuando se sienta en mi jardín. Matías le corta el pasto todos los días. Mis papás lo riegan. Algunos no saben nada, pero viven adentro.
Otros lo miran desde afuera, hace mucho tiempo ya.
A veces pienso que quieren que las hojas se sequen.
A veces miran las hojas pero nunca me ayudan a regarlo.
En realidad siempre quise que vengan a regarlo.
Creo que a mi mente le gusta creer que nunca quisieron.
Hoy hablaba en twitter de las fantasías. Qué triste tener los pensamientos a mil, pero que satisfactorio cuando la realidad no resulta tan terrible como la imaginamos.
Pero un día lo resultó.
Porque uno de ellos vino y lo materializó.
Me gustó pensar que me había leído la mente y había buscado cómo generarme dolor.
Pero no sé si en realidad le importé tanto alguna vez.
Nunca supe ser feliz conmigo misma. Nunca supe ser feliz a partir de mis propios estándares. Mi bienestar siempre tuvo que ser aprobado por otros. Como los 3 parciales que tengo que rendir esta semana para los que, todavía, no pude dedicar un sólo minuto.
Quiero volver a mis estándares.
Quiero mirar a mi felicidad a los ojos y decirle: pasá, entrá de una vez.
Quiero dejarla entrar.
Sin que sean otros los que le abran la puerta.
Nadie sabe nada, en realidad, pero lo tuyo es motivo de visita a un especialista.
ResponderBorrarLamento mucho tomarme a mal este comentario. No quiero responderte faltándote el respeto porque entiendo que no tuviste una mala intención, pero esas cosas no se dicen. No tengo idea de quien sos. No nos conocemos para nada. Esto es un blog en donde escribo lo que me pasa de la manera que puedo, a veces con metáforas, a veces fiel a la realidad, pero en la mayoría de los casos combinando ambas cosas. No tengo por qué explicarte todo esto, pero te lo digo para la próxima vez que quieras decirle algo del estilo a una persona que no conoces: lo que escribo podría ser mentira, y si fuese verdad, lo último que necesito es que alguien que no conozco me diga algo así. Y como no me conoces, te comento: hace un año y medio veo a una especialista. Te mando un saludo y perdón por tomarme a mal esto, simplemente no me parece correcto.
BorrarHola Bombona, siempre vuelvo aquí cuando necesito un descanso de la vida. Nunca sabremos estar totalmente solos, necesitamos el contacto social con los demás y definitivamente quienes no están en los malos momentos que no estén en los buenos. Espero que la terapia te esté ayudando y a veces es mejor hacer una depuración de amistades que andar con personas falsas creyendo que son amigos. Sabes que en mi siempre encontrarás una amiga, a pesar de la distancia, el tiempo y la vida. Te quiero mucho y te recuerdo siempre🤍. Tú puedes, hay días oscuros pero nosotros siempre aprendemos a volar en ellos🤍
ResponderBorrarQué sorpresa hermosa este comentario! Te leo siempre en twitter con el cariño de saber que fuiste una de las primeras en valorar mis palabras en este espacio. Y es verdad todo lo que decís: estoy en proceso de depuración, pero duele mucho. Por suerte me estoy abriendo a conocer más a fondo a mis compañeras de la universidad y me está haciendo muy bien. Te mando un abrazo enorme, y también te quiero mucho! en mi también podes encontrar a una amiga. Cuando leas esto, hablame!
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