Todo vuelve, como vos decís.

Cada vez que llegan los parciales se me inunda de desamor el cuerpo,
el mismo que atravesaste hace ya un tiempo.
El mismo con el que te pienso y no te conoce.
Aquel que no abrazaste ni quisiste nunca.

Aquí radican todas las heridas invisibles
efectuadas en las más angustiantes noches del último invierno
en donde nos quisieron armar en un rompecabezas
y terminaron revoleando todas las piezas contra mi.
Otra vez.

Escucho mi música favorita
y tu nombre me pone los pelos de punta,
porque solo puedo pensar en que alguna vez en la vida bailemos
y mi cuerpo te conozca
(pero no como ellos quieren)
sino como yo quiera.

Porque ando mendigando un cariño
que nunca existió, ni existirá.
Y lloro cuando escucho canciones tristes
que solo gritan tu nombre
y reclaman tu presencia
en el vacío existencial interminable que me acurruca todas las noches.

No te necesito,
pero te pienso.
Y cada vez que bailo
la felicidad se refugia en un segundo plano
algo falta en el sonido ambiente
quizá es tu silencio de fondo.
Entonces me doy cuenta
de que no te necesito...
Pero, a veces,
te extraño.

Te pensé durante años
y el otro día me crucé con una foto nuestra:
la única que logró captar la mirada de un lente
en todo todo este tiempo.

Y a veces pienso
que la vida sería linda
si me diera la oportunidad de querer y que me quieran.
A veces
me canso
de querer y que no me quieras,
y me agoto
física y mentalmente.

Y en el fondo
te sigo extrañando como el primer día que te fuiste.
Y trato de no echarme la culpa,
ni masacrarme mis más ásperos defectos.
Sino tratar de entender
que la vida también se trata de que no te quieran,
que algún día
tendremos que aprender a lidiar con ello.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿por qué siempre escuchas las cosas malas y nunca escuchas las cosas buenas?

manual de instrucciones para rendir un final

la paz nunca fue una opción